Llegamos a
Palencia como cualquier otro día, pero no era un día
normal, era un día de ruta. La McKinley y la Denali se unieron para
hacer esta preciosa ruta en la que hizo calor, llovió, nevó… en
fin, un cúmulo de adversidades que como siempre, superamos.
Iniciamos la
ruta tras un día de viaje largo y cansado en el que hubo que
madrugar. Pero se nos avecinaba una ruta ligerita y corta para
no cansarnos mucho. Salimos de San felices de castillería, pueblo en
el que desayunamos fuerte para emprender nuestro camino hacia
Arbejal, un pueblo que será siempre recordado por la Unidad Esculta.
El tercer
día de ruta, ese día que todo el mundo está feliz porque por fin
se acaba la ruta y se alcanza el objetivo. Nos esperaba un día muy
muy cansado y lleno de adversidades. Estaba previsto llegar a
Camporredondo de alba, pero fue imposible llegar por el temporal.
Fue un día en el que hacía mucho frio y además llovía y nevaba
intermitentemente, así que tuvimos que acabar en un mirador precioso
donde nos recogieron los buses para llevarnos al albergue.
El
albergue, un lugar precioso y nuevo donde nos duchamos nada más
llegar, ya que era bastante necesario. Nos instalamos en una casa muy
amplia y bonita, y lo que más nos flipaba era el suelo radiante, ese
suelo calentito donde poder sentarse y pasar calorcito, donde dormir
sin necesidad de taparse hasta la cabeza con el saco…
Nos
despertamos en nuestro primer día en el albergue, desayunamos como
cualquier otra persona que estuviese en su casa y nos fuimos todo el
grupo para ir a León. Nos esperaban dos horas de viaje en las que
cada uno hizo lo que quiso, pero cuando por fin llegamos y vimos esa
preciosa ciudad, nos entraron ganas de visitarla y de hacer el juego
de grupo. Así que nos pusimos en marcha y nos fuimos cada uno a
nuestra base correspondiente: la Catedral, San Isidoro, Casa Botines
y Jardines de Morano, partiendo todos desde San Marcos. Fue un juego
de ciudad bastante exprés y un poco raro ya que el tiempo que
tuvimos para organizarlo fue muy escaso, pero salió bien.
Cuando
volvimos de León nos tocaba terminar de preparar la velada, ya que
la empezamos a organizar en la ruta. Como habéis podido ver, había
dos grupos, uno que preparaba una canción y otro que se encargaba de
dinamizar la velada.
El sexto
día, el peor, ese día que todo el mundo odia, la vuelta a casa. Fue
un día de recogida y de promesas. Desde aquí, dar la enhorabuena a
todos los promesados, a todos los que consiguieron sendas, los que
renovaron su promesa, etc. Cogimos cada uno nuestro macuto y nos
fuimos al bus de vuelta a casa.
Y ahora a
esperar que llegue el gran campamento. Nuestro campamento de verano
que ya está llamando a la puerta, y después... el proyecto de HOLANDA EN BICI.
Nacho Martín
Unidad Esculta Mckinley
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